Admirar a un narco es un fenómeno que se ha dado en Puebla, México y también en países de Centroamérica. La muestra más evidente de este fenómeno lo reflejan las decenas y decenas de producciones televisivas que hay al respecto. Se han convertido casi casi en un nuevo género a ofertar, aunque sin considerar los efectos psicológicos que esto tiene.
Entre las historias están las autobiográficas de los verdaderos capos en las que se busca exponer sus vivencias y relaciones. Sino embargo, la fiebre por idealizar la venta de drogas ha dado también para generar diversidad de tramas de ficción. Entre la realidad y la ficción hay también un punto intermedio que mezcla el invento con lo que sí sucedió. Un ejemplo es una serie de producción mexicana y estadounidense que recientemente dio de qué hablar desde la postura psicológica.
Se trata de El Chema, cuyo ahora ex protagonista puso en dilema el riesgo psicologico de admirar a un narco. Tras cinco años de representar un papel popular el actor Mauricio Ochmann puso un alto pese a la fama obtenida. Primero en la serie del Señor de Los Cielos y luego en el spinn-off, El Chema, fue todo un narcotraficante. Nada más y nada menos que uno ficticio que retomó aspectos de la vida de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. En la continuación de la primer serie Ochmann rodó en total unos 84 capitulos como el capo de capos internacional. Pero ahora, las cosas han cambiado y sus motivos dan para reflexionar desde la psicología y también desde la crianza.
Tras especularse cual sería el futuro de El Chema el actor dijo hace apenas unos días que no contribuiría más. No a representar para la pantalla chica un rol que contribuye a que se fomente el admirar a un narco. Pero, ¿Cómo fue que hasta después de cinco años el actor decidió que le estaba haciendo mal a la sociedad?
Según lo que difundió en sus redes sociales lo que lo motivó fue precisamente pensar en el impacto en niños. «…Me movió profundamente darme cuenta de la cantidad de niños y niñas de TODAS las edades que se acercaban», escribió. De los niños, agregó, llegó a recibir mensajes enviados los que le felicitaban y le reconocían que anidaban al personaje. Ese, detalló, fue el punto de inflexión que le llevó a tomar la decisión de dejar atrás al afamado Chema. Y de paso, a criticar también qué rol están jugando los padres de familia sobre la relación con la televisión.
Llegar al punto de admirar a un narco sólo por ver una serie, explicó, había de que ignoran los padres. Para Ochmann la responsabilidad del consumo está en los padres, pero ya que ellos son irresponsables, el hará lo suyo. «Estos programas definitivamente NO son para niños qué tal vez todavía no puedan distinguir entre la ficción y la realidad».
Con este mensaje el actor puso fin a cinco años y abrió la puerta a la reflexión desde la psicología. Porque lo grave desde esta perspectiva no es sólo que los niños no distingan entre la realidad y la ficción. Aún con el hecho de que se mostrarán solo hechos verídicos y a manera de documental resultaría para niños inapropiado. El narcotráfico y mucho menos la apología del mismo no es un tema del que deben conocer los más pequeños. Por un lado implica características de la violencia que no son aptas para su edad ni para el contexto conocido. Asimismo les muestra la comercialización y el consumo de drogas como normal cuando esto no debería serlo ni para adultos.
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