La semana pasada una noticia sacudió a los asiduos a informarse: la historia del niño asesino de la colonia Nativitas. Impacta saber que el menor que cometió el asesinato tiene 12 años y la víctima, su hermano, de cuatro. Más aún los datos duros que dan cuenta de al menos ocho heridas de arma punzocortante en cuello, tórax y abdomen. No se trata de realizar es este espacio de reflexión algún tipo de apología a la violencia, al contrario. El caso por supuesto guarda una estrecha relación con la psicología, pues son sus profesionales quienes han explicado casos similares. Ya lo veremos a detalle retomando las posturas que varios especialistas dieron ante casos de menores asesinos, pero primero revisemos este.
La historia del niño asesino de la colonia Nativitas se dio a conocer por la mañana del 19 de diciembre. Según los medios de información, los reportes policiacos dieron cuenta de una llamada realizada a las 6:00 horas al 911. El llamando de auxilio lo hizo la nana de los menores quien se encontró a la víctima herida y sangrando. Al llegar la policía se solicitó una ambulancia, pero los técnicos en emergencias sólo llegaron para constatar que había muerto. Los reportes señalan muerte por lesión de entre 15 y 20 centímetros en cuello y siete en tórax y abdomen. Al ser menor, trasladaron al victimario a la Fiscalía Central de Investigación para la Atención de Niñas, Niños y Adolescentes.
En torno a la historia del niño asesino de la colonia Nativitas hubo también de notas periodísticas sobre su contexto. La información de diferentes medios es contrastante, pero podemos tomar en cuenta coincidencias y datos en que citan a autoridades. Uno de los datos en que se coincide es en que noche – madrugada previa al hallazgo dormían sin sus padres. Algunos medios plantean que estaban de viaje y otros que los vecinos explicaron que solían dormir en un domicilio cercano. También se ha informado que se trataba de una pareja a cargo de cinco menores y una situación familiar atípica. Tres de 17 y 10 años hijos de la madre; el señalado, adoptado; y la víctima, hijo de los dos.
De la historia del niño asesino de la colonia Nativitas también se conocen datos que dejan ver problemas psicológicos. Según los medios, las autoridades capitalinas informaron que iba a terapia luego de registrarse actos de violencia con compañeros de clase. Los mismos se describen de manera general como golpes injustificados que las víctimas reportaron a las autoridades de la escuela. En entrevistas entre el victimario y trabajadores sociales, reconoció actuar por celos ocasionados por un regalo navideño para la víctima. Los otros tres menores también refirieron sentirse relegados por la atención que recibía de la pareja el integrante más pequeño. Una semana después se informó que en tanto sigue la investigación, el menor recibe atención psicológica de instancias del gobierno.
Como ya lo decía al inicio, la historia del niño asesino de la colonia Nativitas guarda relación con la psicología. Lo publicó hace una década El País, pero “¿Por qué puede matar un niño?”, es un reportaje que lo explica. En él, la reportera Milagros Pérez Oliva mezcló historias de casos emblemáticos de dos décadas previas y opiniones de expertos. Una de estas visiones es la del entonces catedrático de Psicología Clínica de la Universidad del País Vasco, Enrique Echeburúa. Él explicó que debe haber condiciones como daño cerebral que afecte regulaciones de la conducta o vulnerabilidad biológica o psicológica. Por su parte Andrés Pueyo, catedrático de Psicología de la Universidad de Barcelona, agrega los factores de personalidad y oportunidad.
El texto del diario español es mucho más detallado en cuanto a la postura de los diferentes especialistas en psicología. Plantean en torno a las anteriores, que la violencia se aprende y que las situaciones cambian respecto a la edad. Que según la etapa en que se encuentren los menores asesinos hay mayor o menor conciencia del significado del mal. Asimismo, resaltan que los más pequeños todavía no están tan desarrollados como para que se consideren en ellos factores psicóticos. Se cita también un estudio español de 2001 sobre los niños asesinos de los siete años previos que dice mucho. En 54% se presentaron trastornos de personalidad o conductas antisociales; en el 4%, brotes psicóticos; y 42% eran aparentemente normales.
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