Seguramente la has visto ya en algún examen oftalmológico o para obtener y también para renovar tu licencia de conducir. Las hay en Puebla y todo el mundo por la importancia que tiene para la sociedad medir la agudeza visual. No sería extraño, por lo cotidianas que son, que las veas seguido y no sepas de dónde es que vienen. En letras enormes y hasta abajo se lee ZU, para arriba y más pequeño sigue MCF, OHSUE y NLTAVR. La lista sigue y sigue en ascendencia con tamaños de letra cada vez menos legibles, sobre todo para quienes tienen dificultades. Pero ¿qué tiene que ver este invento del oftalmólogo francés Ferdinand Monoyer con las reflexiones sobre psicología de este espacio?
La respuesta es que mucho, si se considera el impacto que los problemas de visión pueden tener en la autoestima. Para hacernos a una idea basta con hacer una simple búsqueda en Google para revisar qué arroja el combinar palabras. Por un lado, el lector se podrá encontrar con varios anuncios de lentes de contacto como una alternativa a comprar. Hay también decenas de entradas de blogs sobre padres que reflexionan cómo a los niños les pega el usar lentes. La verdad es que sin importar la edad las personas pueden experimentar varios cambios en la forma de auto percibirse. Por otro lado, experimentar problemas de visión y sus alternativas puede afectar la forma en que nos relacionamos con otros.
Al francés Ferdinand Monoyer le debemos tener desde hace más de un siglo la tabla con letras de diferentes tamaños. Se le conoce simplemente como la Tabla de Monoyer y al paso de los años sigue siendo igual de útil. Lo que hace a grandes rasgos es medir la agudeza visual de ambos ojos al probar con lecturas más complejas. Si se piensa es un diseño sencillo que ha sabido ganarse su buen lugar en la historia de la medicina. Además de perdurar con el tiempo, sin embargo, también resultó tan buena opción que desbancó a tablas de oftalmólogos previos. Pero este diseño no fue lo único que el médico aportó a la humanidad pues además están fórmulas matemáticas complejas. Para ser más específicos, la dioptría, que en valores negativos y positivos expresa la refracción que puede tener un lente.
De manera general lo que Ferdinand Monoyer hizo fue darnos las herramientas para atender los problemas de la vista frecuentes. Aunque, con todo y que se tenga el conocimiento y la tecnología de lo aportado, hay algo que no atiende. Ya lo comentamos hace unas líneas y es el hecho de que la persona con problemas venza miedos al cambio. Por los efectos que el uso de lentes puede tener en la autoestima es común que adultos y niños rehúyan, Y es que puede costar cada vez más usar el sentido de la vista pero hay quien evitará una revisión.
Lo cierto es que ni esta tabla ni el uso de los aparatos más comunes resulta doloroso para el paciente. Lo incómodo en todo caso es que se obtenga un resultado que implique cambiar el aspecto físico y los hábitos. De estar en esta circunstancia vale la pena entonces preguntarse si no se pierde más al desgastar la vista enferma. Las consecuencias a largo plazo pueden ser más graves que el enfrentar el hecho de tener que usar los lentes. En el caso de los niños la situación puede ser todavía más grave si se considera que por temor mienten. Al respecto vale la pena recordar a Ferdinand Monoyer a cuya tabla se han hecho adaptaciones con dibujos para menores.
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