Si estas en los primeros años de los treintas ya te pasó o es probable que pronto te pueda pasar. Más ahora que existen las redes sociales y con ellas esa constante hiperconectividad con quien formó parte de nuestro pasado. Ahora que existen los grupos, los calendarios y que es fácil organizar una mega fiesta de reencuentro de generación entre universitarios. Te llega la invitación y con ella las decenas de comentarios, cancelaciones y aceptaciones que dan cuenta de vidas ajenas. O ni tan ajenas, pues entre ellas pueden estar ex compañeros y amigos con quien en algún momento se compartió.
Al paso de 10 años, que es cuando más se da eso de reencontrarse entre universitarios poblanos, hay empero cambios. Enfrentarse con el pasado tanto en la fiesta como en lo que la antecede puede implicar enfrentarse con conflictos psicológicos. En específico con todo aquello que se relaciona con la autorrealización, esa tendencia innata a desarrollarnos para alcanzar la satisfacción.
Atrás de una fiesta de reencuentro de generación entre universitarios poblanos está el psicólogo estadounidense Abraham Maslow y su pirámide. Él es uno de los principales exponentes de la psicología humanista del siglo pasado por procesos de autoactualización y autorealización.
Para entender este último concepto vale la pena revisar qué decía sobre su modelo piramidal de las necesidades del humano. Primero o hasta la base del pirámide está lo más básico que incluye las necesidades fisiológicas como respirar, alimentarse, etcétera. Le sigue la seguridad física, de empleo, de recursos, moral, familiar, de salud y también de contar con propiedad privada.
A media pirámide está la necesidad de afiliación en que se incluyen las amistades, el afecto y la intimidad sexual. Mientras a un paso de la cúspide el reconocimiento implica autorreconocimiento y éxito, así como confianza y respeto de otros. Finalmente en la punta encontramos la autorrealización que se alcanza al asegurar el resto de los escalones de la pirámide. Ahí están la moralidad, la creatividad, la espontaneidad, la falta de prejuicios, la aceptación de hechos y resolución de problemas.
Ahora que se conocen los escalones de Maslow una fiesta de reencuentro de generación entre universitarios poblanos, no parece simple. Al final reencontrarse una década después con quienes se compartió tiempo y expectativas implica algo más que ver qué ponerse. Se trata de un encuentro cara a cara en que las personas evalúan qué tanto se autorrelizaron al pasar tiempo.
Aunque lo ideal no serían las comparaciones en un encuentro de ese tipo se pueden observar personas que han avanzado más. Otras también que no tengan cubierto algún aspecto de los cuatro primero escalones que se requieren completos para autorrealizarse. Así mismo quienes ya no están en la pirámide sino en lo que el psicólogo dio en definir como las metapatologías. Es decir, el caso de las personas que al no cumplir con lo de la pirámide se ven entre metanecesidades. Al existir estas características se puede tener cierto grado de cinismo, disgustos, depresión, invalidez emocional y también características de alienación.
Aunque la autorrealización a evaluarse en una fiesta de reencuentro de generación entre universitarios poblanos es personal, hay características generales. Las personas autorrealizadas están centradas en la realidad, diferencian entre falso o ficticio de lo que es real y genuino. Por otro lado e centran en los problemas y su resolución, perciben significados y fines y tienen formas de relacionarse. Muestran una necesidad de privacidad, son independientes de la cultura dominante, resisten la presión social y pueden reírse de ellos. Existe pues una buena autoaceptación, son creativos inventivos y originales, con tendencia a vivir con más intensidad en las experiencias.
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