¿Alguna vez se ha preguntado usted lector la relación entre las fotografías y el duelo tras morir algún ser querido? La pregunta me viene a la mente para abordarse en este blog por una exposición realizada en Puebla este fin. Se trató de la ponencia de la cuatro veces ganadora del premio de periodismo Pulitzer, la fotógrafa estadounidense Carol Guzy. Ella estuvo presente en la XI edición de La Ciudad de las Ideas, que llevó por nombre The Burning Questions. El sólo currículum de Guzi pintaba ya para que su participación en el foro resultara interesante, pero sorprendió con más. Y es que como ya lo veremos más adelante abrió su intimidad para abordar un tema relacionado con la psicología.
Resulta que para la creadora, las fotografías y el duelo se convirtieron en su motor de superación en pleno abismo. Después de más de tres décadas de trabajar en el Washington Post, un día su plaza desapareció y la corrieron. Cualquiera que haya pasado por un proceso similar en su vida laboral sabrá que eso es motivo suficiente de sufrimiento. Sin embargo, para Guzy todavía había más retos por enfrentar en los siguientes años pues se le avecinaba la muerte. En los siguientes dos años, relató, le tocó no sólo padecer desempleo sino el fallecimiento de su madre y hermana. Si bien la muerte es una etapa de la vida que a todos nos espera, fueron pérdidas que la desgastaron.
Ambas padecieron alzheimer y ante ello fue que cobró relevancia la combinación de las fotografías y el duelo a superarse. Como si los espectadores de la Ciudad de las Ideas fueran sus íntimos, Guzy se puso a contarles diversas dificultades. Al tratarse el mal de su madre y hermana de una demencia que progresa hasta volverse crítica, vivirlo fue compleja. Pero aún más lo fue vivirlo al doble, en un corto periodo y además con la carga de estar desempleada. Al final en ambos casos la conclusión física fue la muerte y a ella le tocó reponerse como fuera posible. La respuesta la encontró precisamente en el poder de su cámara, el juego de la luz y su especial sensibilidad.
Ya antes Guzy había retratado la intimidad de desconocidos, pero ahora adoptaría las fotografías y el duelo como su alternativa. Se dedicó durante esos meses, precisamente a documentar cómo es que ella y los suyos vivían dos muertes por alzheimer. Así, de una manera muy similar a la forma en que había documentado otros aspectos sociales para el Washington Post. Sólo que en este caso lo que logró no fueron imágenes para las primeras planas o para el quinto Pulitzer. En realidad, le sirvieron para mostrarse a ella misma que el sufrimiento por perder seres queridos es en realidad normal. En una frase lo dijo todo, que el dolor no se acaba cuando se cierra el féretro y decimos adiós.
Tras encontrar solución en el vínculo de las fotografías y el duelo, a Guzy se le ocurrió entonces algo más. Como un primer ejercicio, dijo, fotografiar su propio sufrimiento le ayudó a salir adelante en un momento que resultó crítico. Sin embargo, ahora se ha planteado llevar todas esas imágenes a un libro impreso que ayude también a otras personas. La intimidad que se mostrará en esa publicación reconoce, será la de ella y no de otras personas como antes. Sin embargo, considera que mostrar así lo vivido le hará ver a otras personas que sufrir por muertes es normal. Y al final también se dejará evidencia de que el duelo por la muerte se puede superar con el tiempo.
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