Tendría que ser uno un ermitaño digital para no haber escuchado en últimas horas las palabras «Luis Miguel La Serie«. Está literalmente hasta la sopa como dice el dicho popular, dejando incluso reflexiones del impacto social que tuvo la producción. Y es que la propuesta de la plataforma de la internacional Netflix terminó el domingo dejando una adicción en evidencia. Una adicción y también un experimento que se hizo con la audiencia al volver a dosificarles la expectativa de tramas televisivas. Las audiencias, los portales noticiosos y las redes sociales demuestran que sin duda esto llegó a la ciudadanía de Puebla. Puede parecer hasta una broma pero en realidad ya hay quien define la existencia de una adicción a las series. Los seriefílicos. El concepto, como sucede con toda adicción tiene un vínculo con la psicología que resulta interesante analizar en este blog.
Apenas en octubre pasado, el periódico El Financiero se propuso analizar teóricamente qué pasa con la adicción a series. Para hacerlo recurrió a la perspectiva de la Gabriela Orozco Calderón, profesora de la Facultad de Psicología de la UNAM. De acuerdo con la investigadora la seriefilia existe y se comienzan a observar ya consecuencias que pueden resultar hasta graves. La teconolgía, sugiere Orozco Calderón nos ofrece ahora la posibilidad de tener el entretenimiento a nuestro alcance y sin limitaciones.
Netflix tiene por ejemplo decenas y decenas de series disponibles, las tiene por temporada y cada temporada incluye sus capítulos. Así pues es posible que la audiencia se enfoque tanto en ver televisión que descuide aspectos primordiales de su vida. Por ver tal o cual serie sin limitaciones, puede descuidar sus actividades laborales o abandonar otras fuentes de satisfacción diaria. Para la especialista los seriefílicos de Puebla y el resto del mundo pueden sufrir también efectos tanto psicológicos como psiquiátricos.
De acuerdo con Orozco Calderón, al caer en una dependencia por las series se registra un deterioro cognitivo y biológico. Esto es técnico, pero explica que disminuye el grosor y metabolismo basal de la corteza orbitofrontal, dejando conductas impulsivas. En el cerebro, agrega, hay además liberación excesiva de dopamina y esto a la larga deja adicciones a placer y recompensas. Como sucedería con un adicto a las drogas, quien se relaciona así puede enfrentar que las series dejen de ser operantes.
Existe para los seriefílicos , un riesgo más relacionado con el síndrome de abstinencia al ver interrumpido el consumo televisivo. Las críticas de amigos y familiares ante la adicción pueden traer la negación de la misma como sucede con drogas. En este caso, ver tanta televisión puede traer además problemas de salud como el sedentarismo e incluso algunos problemas cardiacos. Las relaciones interpersonales también se ven afectadas, se alteran hábitos alimenticios pues se evade cocinar y se modifica el sueño. Para seriefílicos de Puebla y todo aquel que tiene acceso a plataformas tecnológicas Orozco Calderón prevenir con lectura y deporte. Asimismo señala que si la adicción ya llegó a niveles graves que afecten la actividad diaria se recurra a psicólogos.
Ya analizado qué empiezan a esbozar especialistas sobre seriefílicos se puede entender qué hizo Netflix con Luis Miguel La Serie. Desde el domingo 22 de abril y hasta el 15 de julio, regresó a su audiencia a viejas prácticas televisivas. Es decir, a darles de domingo en domingo un nuevo capítulo para mantener la tensión en la historia que narraron. Para los más jóvenes como los adolescentes, esto parecería algo nuevo y muy cruel, porque están familiarizados con la inmediatez. Sin embargo, no es nuevo para audiencias ya mayores de Puebla y el mundo que así veían la televisión antes.
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