Hace más de una semana que como Huracán Harvey tocó Texas, pero las muestras de solidaridad a afectados siguen impactando. Desde las pequeñas hasta las grandes cadenas noticiosas han replicado día tras día historias de personas ayudando en la devastación. Como pueden, con lo que pueden y a quien pueden hay quienes demuestran la ayuda como comportamiento entre seres humanos. Así, a la solidaridad, se le define como un valor, pero también el concepto se ha analizado desde la psicología. Desde ahí se responde por ejemplo, de dónde vienen las motivaciones al ayudar a algún necesitado y qué se gana.
Hasta ahora al Huracán Harvey se le considera como el huracán que mayores daños ha dejado en el estado norteamericano sureño. Moody´s Corporation, la agencia internacional de calificación de riesgos evalúa daños entre 51 mil y 75 mil millones de dólares. Más allá de los anales de la historia o de lo escandaloso que se vea una cifra, están los afectados. Para el 31 de agosto, seis días después del impacto, sumaban según cifras de autoridades cerca de 30 víctimas mortales. En con los desaparecidos y los vivos peros en situaciones extremas donde ha surgido la psicología de la solidaridad comunitaria.
Entre las historias hay coincidencias como la de Joe, quien prefirió no dar su apellido en entrevista con la BBC. Su hermana, pasó de estar bien en un segundo piso a tener agua a medio tobillo en sólo tres horas. En el camino a su rescate encontró a un desconocido con una barca y ayudaron a todos los vecinos afectados. Otra historia de la psicología de la solidaridad que recoge la BBC sobre Harvey es la del texano Devon Jacobs. Mientras automovilistas varados buscaban cómo entrar a la ciudad él arriesgó su camioneta para llevar una moto acuática que apoyara. «Después de un huracán y una tragedia así todos recurrimos a nuestro espíritu de humanidad», fue una frase de Jacobs.
Además de historias individuales sobre la psicología de solidaridad como estas dos, hay una que ha impactado por su magnitud. Se trata de la reacción de la cadena de tiendas departamentales Gallery Furniture que en dos sucursales abrieron coloridos albergues. Al ver la crisis su dueño Jim McIngvale, empresario colchonero apegado a la Biblia, decidió poner en práctica el texto. En las redes sociales de la compañía anunciaron que contarían con agua, comida y espacio de descanso para los afectados. Tras esto, en pocas horas recibieron a unas 800 personas, para transportarlos incluso ayudó personal que normalmente reparte los muebles. Las imágenes de la reacción de Mcingvale y su plantilla laboral son de guardarse para que la historia las recuerde. A las víctimas se les ve en colchones nuevos, en muebles de exposición y a los menores en la juguetería.
En estas experiencias, la del Joe sin apellido, la del agente inmobiliario Jacobs y la del empresario hay algo común. Los tres, se observa en versiones periodísticas, decidieron ayudar ante la adversidad de otras personas no necesariamente cercanas a ellos. Algunas investigaciones de comportamiento económico como las de George Loewenstein de la Universidad Carniage Mellon de Pittsburgh, se le acercan. Un estudio sobre la forma de reaccionar ante lo solidaridad les demostró que la gente reaccionaba más cerca de metas. A los investigados les enviaron cartas solicitando recursos para la realización de una obra, con diferentes porcentajes de fondos alcanzados. Algunas hablaban del 10 por ciento, otras del 50 y unas más del 85, quienes más donaron fueron los últimos. En ellos, se observó un mayor grado de comportamiento prosocial enfocado a ayudar pero con el atractivo de un objetivo.
® Huracán Harvey: Psicología de la Solidaridad
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