Al mencionar inteligencia artificial y amor pareciera no tener mucha relación por distintos motivos. Sin embargo a lo largo de esta tercera revolución industrial se generan nuevas interrogantes. Tales como ¿los androides adoptaran algo más que solo rasgos faciales de los humanos? ¿Podrán en algún momento llegar a interpretar sentimientos tales como: la tristeza, enojo o incluso el amor? Esto no es solo una cuestión de ciencia ficción. Implica cuestiones éticas, morales y sobre todo de salud mental.
Un claro ejemplo de la relación entre inteligencia artificial y amor es la película Her (Ella) de Spike Jonze. Relata la vida de Theodore un sujeto que está pasando por una separación que lo lleva a una depresión. Por tal motivo llega a interesarse por un nuevo sistema operático llamado Samantha. Ella es un prototipo de asistente personal basado en la inteligencia artificial. Theodore al poco tiempo llega a tener una relación más estrecha y más intima al punto de llamarle amor. La trama de esta película está desarrollada en un mundo futurista. Sin embargo, valdría la pena preguntarnos. ¿Qué tan lejos estamos de aquel mundo donde una persona se llegue a enamorar de una inteligencia artificial? En la actualidad ya podemos vislumbrar ciertos rasgos de este amor entre inteligencia artificial y hombre.
Iniciamos con la presencia de los Smartphone. La cual nos brinda una satisfacción de manera inmediata. Esto provoca una liberación de dopamina la cual nos brinda la sensación de placer. Tal sensación es similar a la de diferentes drogas o sustancias. Pero sobre todo es esta sensación es muy parecida a la del amor. Posteriormente tomemos en cuenta los rasgos corporales de los androides cada vez más parecidos a los de los seres humanos. Esto acompañado de los con las gesticulaciones faciales puede favorecer a las relaciones entre maquinas y humanos.
Cabe señalar que los seres humanos contamos con un grupo de neuronas llamadas cubelli o espejo. Estas neuronas son las responsables de poder interpretar las emociones o acciones de las personas que nos rodean. Ahora al parecer los androides también pueden interpretar nuestros gestos faciales para poder entablar una plática. Pero sobre todo con ello podrían identificar lo que necesitamos y brindarnos un alivio de manera inmediata.
Lo más importante no son los rasgos físicos, sino los psicológicos. En el caso de Theodore lo que le enamoro de Samantha fue escuchar lo que él quería y necesitaba. Actualmente gracias a la “Big data” (toda la información en forma digital) podemos saber lo que cada persona quiere.
Con toda la información disponible de la big data se puede generar el perfil completo de una persona. Incluso una investigación realizada por Northwestern medicine muestra que tu Smartphone puede identificar cuando presentas un estado de depresión. Tan solo con analizar tus salidas con el gps. Observar las tus búsquedas más frecuentes. Medir el tiempo que pasas en un dispositivo con acceso a internet. Y con tu comportamiento en las redes sociales. Es más que suficiente para que la Big data puede conocerte mucho mejor que lo que tú mismo te conoces. Con esto queremos decir que con tan solo una base de datos podemos saber lo que cada persona desea. Y como sabemos, lo que la mayoría de las personas quiere en la actualidad es encontrar el amor. Esto podría entenderse como un complejo narcisista, egocéntrico o como algo tan simplemente como encontrar a la pareja ideal.
Ahora solo queda pensar en la cuestión ética de este dilema. Si actualmente son muchos los países que están en contra del matrimonio de personas del mismo género. ¿Cómo podríamos considerar el matrimonio entre una inteligencia artificial (androide, ordenador, etc.) y una persona?
® Inteligencia Artificial y Amor: ¿Estamos preparados?
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