Coco de Disney | Cualquier poblano y mexicano que haya hablado de la muerte con un extranjero se habrá enfrentado a una experiencia común. El contraste de reflexiones entre quienes vemos a ese proceso de la vida con humor y festividad, contra la solemnidad. Nosotros a la muerte le ponemos color, le cantamos y le hacemos de comer, nos reímos pues de algo trágico.
Por siglos hemos recordado a los que se fueron con el 2 de noviembre y el festejo del Día de Muertos. Le celebramos desde que se comienzan a vender productos de temporada y ahora hasta es tendencia maquillarse de calaca. Visto desde fuera, los de otros países lo pueden pensar incluso como una falta de respeto a los que murieron. Pero también hay quien se siente atraído y hasta nos admira por hacer de estas prácticas parte de nuestra cultura. La productora de animación estadounidense Pixar, se fue más allá de eso y nos rindió homenaje con su filme, Coco de Disney. Como en todo, la producción distribuida por Disney tiene que ver con la psicología, pues parte de eso nos investigaron.
Sin meternos a contar de qué va y en qué acaba, para aquellos que no la han visto, analicemos aspectos. Como parte de todas las notas que han salido en torno a su lanzamiento está el tema de la investigación. Según lo ha reconocido su director Lee Unkrich, con Coco de Disney no quiso escribir una carta de amor a los mexicanos. Pero a todo enamorado se le conocen gustos si se le quiere enamorar y eso hizo él con su equipo. Para lanzar el nuevo filme a la pantalla, estudiaron el tema del Día de Muertos durante los últimos seis años. El mismo Unkich cuenta que se fue a meter a las fiestas de Oaxaca, Guanajuato Michoacán y Ciudad de México. Seguramente el creador comió y bebió bastante de lo nuestro, pero sobre todo estudio nuestro comportamiento, es decir, nuestra psicología.
El resultado de qué tan bien o mal nos lo analizó probablemente lo confirmarán las estadísticas de Coco de Disney en taquilla. Pero por lo pronto ya habremos notado todos en nuestro círculo cercano que hay quien la vio hasta varias veces. Otros más hablan de cómo se tiene que ir al cine con los respectivos pañuelos desechables porque supieron hacernos llorar. En torno a esta carta de amor ya hay a los pocos días del lanzamiento hasta análisis de mensajes ocultos.
El más simple es que uno de los personajes principales, Ernesto de la Cruz, se inspiró a nuestro Pedro Infante. Algo más es el perro Dante, un xoloitzcuincle, que representa a Xolo, dios prehispánico de la Muerte y el Inframundo. Pero Coco está lleno de otras cosas mexicanas, que quienes trabajaron en ella y la vieron no ven como obvias. Está por ejemplo, la chancla con la que a más de un mexicano condicionaron le condicionaron el comportamiento de niño. El propio Gael García que puso su voz dice que los brazos de las abuelas se parecen a los reales.
Además de investigar nuestra psicología para reflejarnos a los mexicanos en la pantalla grande, los creadores nos padecieron lo peor. Sí pues, como en todo amor nos descubrieron parte de lo peor de nuestra psicología y defensa a nuestras raíces. Y es que antes de llamarse Coco de Disney, al proyecto pensaron en ponerle tal cual Día de Muertos, sin medir consecuencias. Para ello los estadunidenses debían registras esas tres palabras como suyas y claro, más de un mexicano brincó de indignación. Al final lo resolvieron involucrando a críticos para asesorarlos y poniéndole ese nombre por todas las abuelas Socorro que conocieron.
[kkstarratings]
Acerca del autor