Coquetear con una persona desconocida y por la que se siente atracción puede ser una cosa facilísima para algunas personas. Para otras más en cambio puede resultar en una experiencia paralizante y tortuosa por las dificultades que implica romper barreras. Se puede caer en errores o simplemente dejar pasar la oportunidad de conocer a otra persona por simple temor. Desde la psicología, como sucede con otras áreas del comportamiento humano, hay quien se ha enfocado en estudiar el coqueteo humano. En esta ocasión reflexionaremos qué pasa con las llamadas fiestas semáforo y cómo estas pueden contribuir o no a desinhibirse.
De entrada y para los que nunca han escuchado del concepto de fiestas semáforo vale la pena analizar qué son. Sobre ellas hay varios anuncios en la red que incluyen actividades organizadas en Puebla y también noticias sobre efectos negativos. El concepto se basa en los colores de la señalética urbana que todos conocemos, el rojo, el amarillo y verde.
La idea es que los asistentes a una fiesta semáforo elijan identificarse con alguno de esos colores durante la actividad. Una pulsera, un distintivo o las prendas que se opte por usar mostrarán qué tan dispuesto se está a ligar. En el caso del rojo quien lo porta le dice al resto de participantes de la fiesta que va acompañado. El amarillo o ambar indica que la persona no está tan segura de si quiere o no probar el relacionarse. En tanto que, quien opta por el verde le dice al resto de la fiesta que está dispuesto a relacionarse.
A diferencia del coqueteo en cualquier bar u otro encuentro, en este caso se sabe quién es potencial para algo. El identificarse con un color hace también público si no se quiere o no se puede tener algo con otros. Identificarse como una persona indecisa ante posibles relaciones, es otro dato que se oferta para los interesados en esa persona. No se trata, pues, de saltarse el coqueteo, sino de adelantar unos pasos que disminuyen la posibilidad de ser rechazado. Si un verde y un verde se atraen, podría pensarse que el saberse abiertos a tener algo quite la timidez. Tal vez una de las partes es la que tome la iniciativa y se evite al otro, temores a relacionarse. Son supuestos, claro, pero son de esperarse cuando se ponen las condiciones más fáciles para que dos personas se conozcan.
Por ahora en Puebla no se ha sabido de efectos negativos de las fiestas semáforo que ya se han organizado. En línea se observa que algunas actividades surgen desde los antros y también de negocios enfocados a la comunidad LGBT. Lo venden como el atractivo de la noche y como una oportunidad a conocer nuevas personas en un ambiente festivo. Se practican al menos desde 2014 según registros pasados detectados y hasta ahora nada grave ha resultado de las fiestas.
La psicología sin embargo no ha funcionado igual en todos lados y Sudamérica registra casos de fiestas que fueron riesgosas. ¿La razón? Que en países como Colombia y Perú se hicieron populares entre adolescentes que resultan inseguros en esos ambientes. Al decir que van por el verde los jóvenes se han encontrado en situaciones de sexo descontrolado e incluso drogas. Prácticas que incluso sugieren juegos como la ruleta rusa en que se exponen a mantener intimidad con otros participantes desconocidos. Si bien parece una situación alarmante, no se ha presentado en todos los lugares donde se realizan las fiestas semáforo. Al final, participar o no en estas actividades queda sujeto a riesgos y decisiones tomadas al asistir a cualquier fiesta.
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