Parecía una moda más que pasaría por Puebla, pero a un año del lanzamiento de Pokemon Go, sigue cobrando adictos. Tan sólo en su el grupo de fanáticos más numeroso de Facebook suman 9 mil 375 usuarios obsesionados con jugar. Otros dos grupos en la misma red social, pero menos populares, acumulan 6 mil 16 y 4 mil 372 más. Los tres grupos de Facebook son activos, los tres generan confrontamientos y los tres generan también un sentido de comunidad. Es en estos tres ingredientes del popular juego en donde se asoman características que permiten verlo como un fenómeno psicológico.
La literatura sobre cómo al ser humano le motiva el juego es amplia y no sólo para niños, sino adultos. Un ejemplo es el estudio que realizó desde la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) la especialista y autora Silvina Gimpelewcz. Y aunque ella se centró en la actividad de la danza y no en la captura de pokemones, se relaciona. Para ella desde ese arte del movimiento del cuerpo, permite explicar los aspectos terapéuticos del juego en las personas adultas. Según la también académica todo empieza con el cuerpo y las relaciones que este nos permite entablar con los otros.
En su estudio parte de explicar qué significa el juego y cómo el adquirir un rol nos ayuda a integrarnos. Al igual que lo hacen los niños, sostiene Gimpelewcz, con el juego se expresan relaciones con personas y también objetos. En el caso de Pokemon Go esto se observa en los equipos y en el objetivo motivante de acumular criaturas. Para los primeros la red social de Facebook se ha prestado a unir a jugadores por colores con el Whatsapp. Mientras que la lista de pokemones se ha expandido en el último año haciéndolos cada vez más y más codiciados.
Al explicar la danza como una terapia en los adultos la psicóloga describe también los tipos de juego que existen. Según su investigación los hay de dos tipos a considerarse, los que son ritualizados y también los que son impulsivos. Desde la forma en que Gimpelewcz lo aborda ella trata de justificar el juego para poder llegar a solucionar problemas. Otras investigaciones, sin embargo, también consideran al juego como una actividad que se debe continuar al llegar a la adultez. Para explicar esto se puede partir desde la historia de los griegos, hasta los pokemones que mezclan videojuegos y realidad.
El historiador y geógrafo, Herodoto de Halicarnaso dejó escrito cómo se distraían en el siglo V AC contra la hambruna. Pese al antecedente con el paso de los años comenzó a verse la actividad como un tema asociado a niños. En parte por lo que investigadores han resaltado sobre la importancia del juego para su óptimo desarrollo físico y mental. Al llegar a la adolescencia, ya no se juega para aprender, sino para lograr los lazos de sociabilización con otros. En los adultos se ha visto por otro lado que ayuda contra la depresión, la ansiedad y felicidad.
Algunos defensores de videjuegos, por otro lado, se han dedicado a explicar aportaciones de estas actividades en la vida de los jugadores. Las realidades alternas y complicadas como distractor y las curvas de aprendizaje en juegos complejos son algunos de estos ejemplos. Entre lo que se aprende al jugar destacan valores como la cooperación, la gerencia y también la administración de recursos. Con ello, se fortalece el tejido social y entre quienes participan pueden surgir lazos espontáneos tanto de cooperación y confianza. Al final, como lo hace Pokemon Go desde miles de celulares se logra ver el mundo, pero desde otra perspectiva.
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