Que a tu hijo le pudiesen deprimir las vacaciones parece una idea poco real por lo que significa ese periodo. La situación es sin embargo una posibilidad para algunos menores que atraviesan por este descanso considerado dentro del sistema escolar. Por estereotipos las vacaciones están consideradas con un valor positivo e incluso como recompensa para los niños por sus esfuerzos. Por un tema comercial se les asocia, por otro lado, a algunos anhelos de diversión y cumplimiento de roles sociales. Si se es un niño de vacaciones, de entrada éste se expone a cambios en sus hábitos y rutinas diarias. Pero esto no es una depresión infantil.
Al cambiar por algunas semanas el mundo de tu hijo es recomendable prestar atención tanto a su actitud como comportamiento. Y aunque pareciera obvio notar si hay cierto cambio, el tema va mas allá de un nuevo estado de ánimo. La depresión infantil, de hecho, es un tema que ha sido objeto de estudio desde el campo de la psicología. Como otros temas que estos especialistas abordan para comprender realidades del ser humano, hay vínculos con teorías y estudios previos. Para entenderla como una realidad también hay parámetros que reflejan su desarrollo en el mundo y efectos que son visibles.
Ya desde inicio de siglo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), señalaba este mal como un tema a considerarse. En 2002, por ejemplo, advirtió que entre el 3 y 5 por ciento de los menores podía sufrir depresión infantil. Para entenderla algunos autores proponen partir del concepto de tristeza y de cómo esta se manifiesta en cambios de comportamiento. Algunas luces sobre el tema reflejan que se nota la tristeza cuando creen que un problema pasajero será para siempre. Ante este problema también se cree que no hay solución y eso lleva al niño deprimido a sentirse algo impotente.
Pero, ¿a simple vista hay manera de advertir que tu hijo pudiese padecer características de este mal de depresión infantil? Según la biografía en materia de psicología, sí y esto incluye un listado de diferentes factores que pueden ser perceptibles. La tristeza se ve en el llanto, el silencio o frases cortas y en cambios con el tono de voz. Otros factores más y que resultan visibles son la micción involuntaria, el rechazo a la comida, la violencia y cansancio. Los desajustes en la autopercepción, en sus relaciones sociales y el sufrimiento, son situaciones menos visibles como reflejo de tristeza.
Si bien la tristeza es la base de la que parten autores para explicar la depresión infantil es un inicio. Según los autores se puede pasar de la tristeza adaptativa, a tristeza desaptativos y llegar hasta los cuadros depresivos infantiles. Estas las diferencían los especialistas por la duración que tienen y la intensidad de los síntomas que tienen los niños. Saber en cual de tres periodos pudiese estar tu hijo es primordial por la ingerencia que pueda tener la psicología. Al conocer cambios en la evolución de la tristeza en un niño, el especialista puede actuar de manera más eficaz.
Una alternativa que plantean autores para hacer frente a la tristeza infantil y a la posible depresión es la autoregulación. El concepto suena complejo pero lo definen como unas capacidad para adaptarse a las circunstancias al modificar su propia conducta. Cambiar las emociones es una habilidad autorregulatoroa que tienen los menores de manera social y que varía según la edad. En los mas pequeños funcionan cambios en los juegos que practican para relacionarse con otros menores de su misma edad. Para los cercanos a los 10 años funciona también un cambio en actividades que realizan aunque no sea en juegos. Mientras que en el caso de los cercanos a la adolescencia, la autotregulación está relacionada con anticipar sus problemas.
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